La labor altruista de los miembros de la Defensa Civil y de otras instituciones de socorro del país, se pone de manifiesto al exponerse cada vez se requiere de ayudar al prójimo como ocurrió durante los cuatro días de búsqueda del cadáver del niño Greimy Alexander Suriel.

Unos 43 miembros de la entidad, junto a otros brigadistas del Centro de Operaciones de Emergencias (COE) y de otras entidades, desafiaron las contaminadas aguas de la cañada “La 30” y entraron casi por completo en el cauce en busca del cuerpo del menor.

Como resultado de los tres servicios que tenían que cumplir en tan peligrosa acción, cuatro brigadistas voluntarios resultaron con heridas, que aunque fueron leves, preocupan por el grado de contaminación de las aguas que arrastraban toneladas de basura, animales muertos, descarga de sanitarios y otros residuos que la gente acostumbra lanzar a las cañadas.

El joven Juan Carlos Durán, técnico en rescate, tiene 14 años en la Defensa Civil y explica que ese trabajo se hace por vocación y destaca que la búsqueda del menor fue traumática por la contaminación de factores adversos que se combinaban para dificultar sus labores.

“Todo nace desde el corazón, todo es el que es Defensa Civil comienza siendo voluntario con el fin de ayudar al amigo, al vecino, a la comunidad según la necesidad y eso requiere que uno se vaya capacitando hasta llegar a ser un técnico o encargado de alguna división y puede ayudar mucho más a los necesitados”, detalla.

Aunque reconoce que su trabajo es peligroso y difícil, la satisfacción del deber cumplido es la mejor paga que puede recibir cualquier rescatista, expresa.

No se atemorizan ni sienten repulsión al levantar un cadáver descompuesto, ensangrentado, sacar a un ahogado o cualquier otra acción a la que están acostumbrado.

Por su lado, Fraider Florián, otro brigadista cuenta que su vocación de servir a los demás viene de familia, porque sus hermanos y otros familiares son miembros de la Defensa Civil.

“Desde pequeño yo veía como ellos se esforzaban y ellos tenía ese sentido, ese compromiso de labor por el pueblo de Barahona y desde temprana edad yo me acerqué y me involucré en la Defensa Civil y siempre sentí ese amor, ese aprecio por ayudar a los demás”, dijo.

Destaca que algo que les ayuda en su labor de auxiliar a los demás es que cuentan con equipos para las distintas emergencias, terrestre, marítima y aérea, que deben enfrentar como el caso de ocho vehículos equipados donados por el gobierno de Japón que son utilizados con frecuencia.

Juan Carlos Hernández ha dedicado más de la mitad de su vida a auxiliar a los demás, tiene 33 años de servicio en la institución y en la actualidad es técnico en emergencias. “Estoy dando lo mejor que yo puedo de mi a la institución”, agregó.

Su especialidad es en rescate en agua y recuerda que una de su experiencia fue sacar los cuerpos de tres jóvenes en la presa Jigüey, en la provincia San José de Ocoa. Por su preparación, al igual que los demás compañeros, no se limita a un área porque también le tocó trabajar en el caso de la explosión de Polyplas y otras misiones.

El director de la Defensa Civil, Juan Cesario Sala Rosario, resalta la vocación del servicio y el arrojo de los miembros de la entidad que durante años ha estado al servicio de los demás y en ocasiones dejando solos a sus familiares en momentos en que más necesitan de su apoyo, como en caso de huracanes y otros fenómenos de la naturaleza.

Servir es el sentido de la vida de esos hombres y mujeres dispuestos a jugarse la vida cuando el deber los llama.

Fuente: Diario Libre